Lectorado de Thierry y Adrian
Nuestra Diócesis se lleno de alegría, al instituir dos nuevos lectores de la palabra. Se trata de uno de los Ministerios Laicales que se van otorgando a los seminaristas que están realizando el proceso de formación para llegar a ser un día futuros sacerdotes. Adrián nos dedica unas palabras:
Muchas
veces durante estos días he escuchado –incluso yo mismo he comentado– que el
lectorado es un paso hacia el sacerdocio. Y es cierto, pero me parece que nos
equivocamos, yo el primero, si sólo lo vemos así. Creo que ésta ha sido una de
las primeras gracias que el Señor me ha concedido tras la institución como
lector: comprender, tan siquiera un poco, qué es lo que hemos recibido y no
verlo como un simple trámite.
El ministerio del lector es el
servicio de y desde la palabra, pero, para mí, lo fundamental no está en el cómo de la proclamación: voz clara y
audible, con ritmo adecuado, buena vocalización, entonación,… La clave está en
el desde dónde y el para qué.
El desde dónde tiene una doble respuesta. En primer lugar, porque Dios
siempre nos “primerea”, el ministerio –cualquier ministerio– ha de ejercerse
como respuesta acogedora de la bendición de Dios, la cual se pide expresamente
durante el rito de la institución. El segundo “lugar” es la meditación asidua
de la palabra, escucharla y conservarla en el corazón para que día tras día se
acreciente en el ministro un suave y vivo afecto por ella.
De modo semejante, el para qué tiene una parada antes de
llegar a su destino final. Esa parada es el mismo lector, que, por la gracia de
Dios, se sentirá penetrado y transformado por su palabra. Y el destino final
son las personas de la comunidad, a quien se le anuncia y en cuyos corazones la
palabra se hará cada Dios más viva y eficaz.
Eso es el lectorado: un
ministerio, don y tarea al servicio del Pueblo de Dios por el que Dios continúa
configurando al ministro a la imagen de su Hijo.
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