miércoles, 21 de abril de 2021

Semana Santa misionera 2021

 

 La valoración pastoral de la pasada Semana Santa 2021 con el Triduo Pascual, debe ser muy positiva debido al gran servicio que hemos tratado de prestar pastoralmente a los pueblos que fuimos enviados. Además de la labor pastoral propiamente dicha con la participación y colaboración en los oficios, viacrucis, eucaristías y rosarios, entre otros, hay que poner en valor la experiencia vivida con los párrocos, con los cuales convivimos durante los cuatro días que duró nuestra estancia.

                Por recapitular todo el conjunto de la Semana Santa de este año, y no solo centrarnos en la vivencia pastoral del envío, empezaré por destacar que el primer fin de semana que comprende la Semana Mayor tuvimos el fin de semana libre, es decir, volvimos a nuestras casas con nuestras familias. Lo cual no quiere decir que abandonásemos nuestra actividad pastoral como seminaristas.

                En mi caso, el Viernes de Dolores acompañé a nuestro obispo don Luis Ángel en la Eucaristía en honor a la Virgen del Mercado. El Domingo de Ramos dirigí las celebraciones de la palabra en Villamoros de Mansilla y Valdearcos, por la mañana y, por la tarde, participé en el acto de culto “REDIMERE” de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús de la Redención en la Parroquia de San Martín de León.


                El Martes santo por la mañana, tras la evaluación del segundo trimestre del seminario, la Delegación de pastoral juvenil y la Junta Mayor de la Semana Santa de León entregaron, de manos de nuestro obispo, los premios a los niños que ganaros el concurso "Paponín ¿Qué es la Semana Santa para ti?" Y por la tarde nuestro obispo emérito don Julián nos impartió a los seminaristas una charla sobre el Triduo Pascual, para profundizar en el misterio de nuestra fe que estábamos a punto de revivir.

                El miércoles santo por la mañana participamos en la Misa Crismal en la S.I Catedral de León. Por la tarde, y tras haber comido en el seminario, con la agradable presencia del obispo, se produjo el envío pastoral a nuestros destinos. José Ramón iría a Babia y Luna; Javier y yo al Valle de Sabero y Rueda. A nuestra llegada, una vez asentados en la casa de nuestro anfitrión en Olleros de Sabero, el párroco y arcipreste don Manuel Fresno, repasamos lo que iba a ser la actividad pastoral. Y así comenzó propiamente la labor.

                 El Jueves santo acompañamos a don Manuel al pueblo de Fuentes de Peñacorada a celebrar la Misa de la Cena del Señor, y vivir la eucaristía el día en que Cristo la instituyo en las especies del pan y el vino. Tras ello, carretera de por medio, Javier y yo fuimos a realizar la Celebración de la Palabra a los pueblos de Palacios, San Cipriano, Quintanilla y Llamas de Rueda respectivamente. Donde fuimos muy bien acogidos por la necesidad pastoral de la zona.

                Ya el Viernes santo el recorrido fue similar. Por la mañana rezamos el viacrucis con diversas comunidades del Valle de Sabero. A las 12:00 acudí al pueblo de Sahelices de Sabero a revivir el camino de Cristo hacia el Calvario. Acto que en simbiosis agradecí mucho por la piedad, sencillez y decoro de la feligresía del lugar. Por la tarde, como el día anterior, fuimos a los pueblos de Rueda a celebrar la Palabra en el día de la Pasión del Señor. Y a nuestra vuelta al Valle, nos unimos al tradicional Rosario de la Buena Muerte de Sahelices. Y al igual que por la mañana, en mi caso, pude volver a vivir esa religiosidad popular que nos une más a la Pasión y Muerte de Cristo.

                Amaneció el Sábado santo, día en el que la iglesia guarda silencio por la muerte de Jesús. Pronto por la mañana rezamos Laudes y el rosario doloroso en la iglesia de Olleros en lugar de en casa, como el resto de Horas que llevábamos rezadas en esos días. A lo cual, un pequeño grupo de fieles, muy devotamente, se nos unió en el rezo. Esta liturgia tan sencilla fue un precioso momento de oración, tanto por nuestra parte como por la de este pequeño grupo de fieles, pues con toda la naturalidad y comunión nos pusimos en las manos de Dios y de la Virgen en un día tan especial.

                Por la tarde, nada más comer, fuimos a ver a un sacerdote y académico muy admirable, don Jesús García Recio. El cual nos recibió en su casa de Aleje para compartir un rico té de la peña y charlar distendidamente sobre el Instituto Bíblico Oriental y su experiencia. Esta experiencia, aunque no se puede enmarcar estrictamente en la pastoral, es una muestra de la riqueza de un hombre sencillo que ha dado su vida a Dios y al estudio de su Palabra.

                 Tras lo cual, nos dispusimos a vivir la Vigilia Pascual, Javier se quedó e Olleros con don Manuel y yo fui a Sabero con don Jesús. Pese a todas las medidas por la pandemia, especialmente el toque de queda y la necesidad de celebrar la Vigilia a las 20:00, fue una celebración hermosa en la Noche de las noches. El poder vivir con esa unción la Pascua del Señor fue maravilloso, especialmente por la piadosa manera de celebrar de don Jesús. Al cual le estoy muy agradecido por poder compartirlo con él y con los fieles de Sabero.

                Cristo había resucitado y, por fin, tras todo lo vivido, llegábamos a la Pascua, el Domingo de Resurrección. Pronto fuimos como el jueves y el viernes a la zona de Rueda, en mi caso Quintanilla y Llamas, donde compartimos con la Palabra la Resurrección de Jesús. Y en este nuevo día, en el que Cristo venció a la muerte, me esperaba otro providente detalle de piedad y amor al Señor. En el pueblo de Quintanilla de Rueda tenían todo dispuesto para celebrar y cantar el encuentro entre Jesús y su madre la Virgen. Y para rematar tan alegre jornada celebramos la eucaristía en Sabero con don Manuel.

                Tras esta intensa jornada, don Manuel nos invitó, junto con don Jesús García Recio, a comer en el restaurante de Olleros de Sabero. Una nueva oportunidad de hablar, oír y aprender con tan alto invitado.

                 Así llegamos a la Gloria de la Resurrección, e íbamos cerrando esta etapa de aprendizaje pastoral en una zona rural. Como conclusión de la esta valoración insistir en la positividad reciproca de esta oportunidad. He aprendido mucho y como se me ha hecho llegar, he dado mucho, pues esta gente de pueblo tan humilde y tan necesitada de atención pastoral son muy agradecidos.

                 Por ultimo dar las gracias a Dios por esta experiencia, al seminario por enviarnos, a los párrocos por acogernos y sobre todo a la gente por acoger tan bien nuestra pobre atención pastoral que en estos cuatro días les pudimos dar.

Víctor Moreno Fernández

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