Guillermo, de pastoral en Cistierna
Hola a tod@s:
Como siempre es un
placer para mí compartir con vosotros unas palabras para comentaros cómo va mi
proceso vocacional.
Tras completar con
éxito el ciclo institucional de estudios eclesiásticos el pasado verano, la
Diócesis de León me ha encomendado la tarea de desarrollar mi labor pastoral en
la parroquia de Cristo Rey de Cistierna y en su unidad pastoral, con todas las
parroquias que comprende; labor que vengo desarrollando desde el mes de
septiembre.
Esta etapa pastoral se
contempla dentro del último discernimiento antes de recibir las Sagradas
Órdenes, y también tiene por objetivo
preparar al candidato en la tarea pastoral al servicio de la Diócesis allá
donde ésta lo requiera.
Estoy viviendo esta
etapa con alegría y felicidad, pues creo que mi vocación es ser sacerdote. No
me considero un ejemplo para nada, pero creo que a pesar de mis debilidades y
flaquezas el Señor me llama a seguirle como sacerdote, y por eso me siento
agradecido y feliz por este regalo tan grande e inmerecido que es la vocación
sacerdotal.
Entregarse al Señor en
el sacerdocio es una tarea hermosa, en la cual la oración ocupa un puesto muy
importante. La oración diaria, la lectura de la Sagrada Escritura y los
Sacramentos, además de darse a los demás; son la forma de mantener una buena
relación con Dios, necesaria para toda vocación cristiana y concretamente para
la vocación sacerdotal. Ésta forma de vida debe aprenderse en los años de
seminario, y ayuda al sacerdote a configurarse con Cristo Buen Pastor.
Ahora quiero hablaros
de Cistierna, donde estoy realizando mi labor pastoral. Debo decir que es un
pueblo muy bonito, a la puerta de los Picos de Europa, de gente acogedora y
generosa, que tan pronto como llegué me quisieron dar lo mejor de sí mismos. El
Santo Patrono de Cistierna es san Guillermo de Peñacorada, un ermitaño y
fundador de cenobios que vivió en el Siglo XII en la misma montaña de
Peñacorada que preside la Villa. San Guillermo es venerado con devoción por la
gente de Cistierna, y al llevar el mismo nombre no puedo menos que acogerme a
su protección.
Don Avelino es el
sacerdote párroco que tutela mi tarea pastoral, y de quien puedo aprender
mucho.
En su parroquia mi
labor pastoral comprende la catequesis de diversos grupos, le asisto en la
celebración de la Liturgia Eucarística, le acompaño en la distribución de la
Sagrada Comunión a los enfermos, aprendo de él la labor de la atención del
despacho parroquial, y comparto con todos los fieles de la parroquia sus vidas,
sus alegrías, y sus sufrimientos.
Una vez, un sacerdote
sabio me dijo “el termómetro de nuestra vocación es la caridad pastoral”. Llevo
estas palabras muy presentes en mí día a día. Os pediría que recéis por mí.
Gracias por tomaros el tiempo de leer estas palabras y hasta la próxima
ocasión.Etiquetas: APRENDIZAJE PASTORAL, EXPERIENCIAS, TESTIMONIO
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