Estos no nos salvarán...
Reconozco que el título tiene algo de provocación directa al lector… más aún cuando se trata de una reflexión sobre las vocaciones sacerdotales escrita desde el seminario diocesano y en los primeros pasos de un Año Vocacional. Pero déjenme que les explique. La anécdota no es mía, sino del director de los ejercicios espirituales de inicio de curso que realizamos en la Casa de Espiritualidad de la Virgen del Camino con los seminaristas hermanos de Astorga.
El director, nuestro querido don
Teodomiro Álvarez, tiene la costumbre de trufar sus reflexiones de anécdotas
chispeantes y chistes, que a todos nos arrancan una sonrisa o nos invitan a
pensar. La anécdota es esta: en un seminario, que podría ser el nuestro aunque
no lo sea, el comedor estaba adornado con la foto enmarcada de un grupo de piadosos
seminaristas, suponemos que serían los de anteriores promociones. Alguien había añadido un fervoroso cartelito
superpuesto a la foto que rezaba: “ESTOS NOS SALVARÁN”. El rector entrante, que
estaba estrenándose en cargo y carga, como servidor de ustedes, dejó pasar el
cartelito una semana. Concluida esta, añadió a la entusiasta proclama un “NO”,
a fin de que se leyese ya: “ESTOS NO NOS SALVARÁN”.
El cambio fue la oportunidad para
explicar a sus alumnos el verdadero sentido del servicio sacerdotal para el que
se estaban preparando. No había alterado el cartel por desconfianza hacia
ellos, no, sino para que la confianza de todos no estuviera puesta en los
hombres, con sus fuerzas y talentos, sino en el único Salvador, que es el señor
Jesucristo.
Los demás, los hombres, los que
hemos sentido su llamada a seguirle, pese a nuestras debilidades e
inconsistencias, debemos conformarnos (¡¡casi nada!!) con ser cauces que no
estorben, sino que conduzcan íntegramente el flujo de su gracia salvadora,
continuamente derramada, hacia su pueblo amado.
No, estos no nos salvarán… los
cuatro seminaristas y el diácono del Seminario San Froilán que, en el momento
en que estoy escribiendo esto están ocupados en sus clases de filosofía y
teología, no nos salvarán. Pero nos pondrán en contacto con Aquel que sí nos
salva. Nos traerán su Palabra de Vida y nos la explicarán, partirán el Pan que
da la Vida eterna sobre el altar y nos alimentarán con él, nos aliviarán en la enfermedad,
nos perdonarán en su nombre y serán en medio de este mundo complicado su
rostro, sus manos, su boca, su sacramento, un signo que podamos oír y ver.
No nos salvarán… pero les
necesitamos para estar cerca de Quien nos salva. Y, como ellos, necesitamos
muchos más para que nuestras comunidades parroquiales no languidezcan ayunas
del alimento de la fe que debe sostenerles. Por eso le pedimos a Dios, al Dueño
de la mies, que el Año Pastoral Diocesano
Vocacional que hemos iniciado pueda dar un fruto abundante. Que todos nos atrevamos
a preguntarnos ¿qué espera Dios de mí?, y podamos responder generosamente en la
vocación recibida de Él.
Rubén García Peláez (Rector Seminario San Froilán)
Etiquetas: AÑO VOCACIONAL, DISCERNIMIENTO, MENSAJES, ORACIÓN VOCACIONAL, PASTORAL VOCACIONAL, REFLEXIONES
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